Meses antes de emprender mi primer viaje a Venezuela cayó en mis manos una revista de viajes con un reportaje de Rio Caribe. Inmediatamente Rio Caribe se convirtió en un incentivo más para viajar al Oriente Venezolano.

Llegué a Rio Caribe después de un largo viaje desde Cumaná: un bus me llevó hasta Carúpano. El viaje era en bus de primera, pero la carretera pasado Saucedo es tortuosa, costeando, a cambio ofrece bonitas vistas del mar y de algunas playas, en las que uno tiene la tentación de quedarse.

Llegado a Carúpano tuve que tomar una pequeña buseta que llega hasta Rio Caribe, en estos últimos kilómetros la carretera sigue sobre los riscos y colinas costeras, también con abudantes curvas y desniveles que dan más prespectivas de la costa. Todo este viaje merece la pena para llegar a Rio Caribe.

Rio Caribe es una población tranquila, con casas pintadas con colores vivos y calles antiguas muy bien cuidadas. Uno tiene la sensación de haber llegado al pasado, haber viajado siglos atrás, pero sin embargo todo esta cómo nuevo.

La vida en Rio Caribe es muy calmada, la localidad se encuentra en un pequeño valle rodeado de montañas frondosas, pobladas de un verde selvático. Rio Caribe puede considerarse la puerta de la selvática península de Paria. Toda la región es una basta extensión de tupidos y frondosos bosques tropicales.  El único inconveniente de Rio Caribe es que no tiene ninguna playa de las que uno espera encontrar por estos parajes: la soñada arena blanca y las palmeras para ponerse a salvo del ataque de los desbocados rayos del Sol. Rio Caribe únicamente tiene una playa estrecha con arena de color marrón. La playa alberga multitud de barcas de pesca; junto a la playa se encuentra una lonja-mercado, allí los pescadores venden sus capturas a diario.

Sin embargo a unos pocos kilómetros de Rio Caribe se encuentran algunas de las playas más bonitas de Venezuela, pero para llegar hasta ellas es necesario tomar un transporte a motor: taxi, moto, o los camiones que hacen de bus en esta zona. Cerca de Rio Caribe se encuentra una de las playas más famosas de Venezuela: Playa Medina. Pero no está a menos de media hora. Ese fué uno de los motivos por los cuales no visité esta playa.

Rio Caribe es conocida por su buen cacao, en la zona hay muchas plantaciones de este fruto que es la base del chocolate. Vale la pena aprovechar para probar el sabor del cacao natural. Las semillas son amargas, no muy agradables al paladar. El hotelero, un hombre muy abierto que nos convirtió en amigos a todos los huespedes, nos preparó una gran olla de cacao fundido, un proceso que no tiene nada que ver con el chocolate a la taza instantaneo. Por su cuidado y dedicación, más parece un ritual. Para la mayoría de los extranjeros esa fué la primera vez.

En el centro de Rio Caribe se encuentra la iglesia, junto a la plaza Bolivar y el parque Miranda, uno puede sentarse a contemplar un entorno en el que el tiempo parece detenido. Es recomendable subir a las colinas cercanas donde se encuentran las capillas de El Calvario, o de San Miguel Arcángel. En dos horas es suficiente, puede que menos, para visitar estas atalayas. Uno quedará embelesado con las vistas de la población. Sentado en las escalinatas se dejará llevar por los pensamientos más oniricos que pueda imaginar en semejante entorno.

En Rio Caribe me asaltaron las dudas: ¿hacia donde continuar mi viaje? Dudas que ràpidamente el hotelero disipó cargado mis maletas en un camión con destino a San Juan de las Galdonas. Sin saber nada del lugar al que iba, me encontré viajando bajo el toldo de un  vehiculo, por una carretera más encarcolada que ninguna; estrecha, envuelta de una vegetación impenetrable y exuberante. Con súbitos cambios de clima: sol, llovizna, chaparron, calma. Y siempre un calor húmedo. Era el único extranjero en la caja de ese vehiculo, la gente era reservada pero amable. Quizás adivinaban mi falta de destino conocido, o era esa preocuapción la que me hacia a mi distante. Pero, como ocurre amenudo cuando se viaja libremente: en donde menos espera, uno encuentra cosas que no pensaba encontrar, porque no pensaba en nada. Cómo decía el poeta Pablo Neruda: vamos hacia dónde no espera nada y encontramos todo lo que esta esperando.

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